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miércoles, 12 de junio de 2013

Pollo, papas fritas y helado de vainilla


A veces me pesa conocer mucha gente, porque definitivamente disfruto de mi anonimato y mi bajo perfil, lo bueno de ese constante intercambio de ideas con otros individuos es que me permite establecer diferencias y similitudes, un poco de teoría de los conjuntos que vimos como en segundo de primaria.

Siendo que de esta manera he llegado a una conclusión, de la que tengo varios casos claros para ejemplificarlos, pero deseo reservar la identidad de mis sujetos de estudio.
Los hombres adultos jóvenes, que crecieron solamente con su mamá o en un profundo y estricto matriarcado con un toque de síndrome de Edipo, desarrollan un especial y exclusivo gusto por el pollo, las papas fritas y el helado de vainilla y chocolate.

Soy cocinera es por esto que se me hace tan curioso todo este asunto, no es que yo tenga algo en contra del pollo, las papas fritas y el helado (al que amo en cantidades industriales). De lo que si estoy en contra es de la exclusividad aburrida. Existe una conexión implícita entre nuestra relación con la comida y nuestra relación con el mundo.

Lo que me llama la atención es ese apego a las contantes, a las rutinas, a lo conocido. A todos nos gustan ciertos "clásicos" a los que acudimos cuando todo lo demás nos ha fallado o cuando tenemos ganas de algo cómodo  tipo comfort food y eso está bien, lo grave viene cuando esos "clásicos" lo son todo y perdemos esa capacidad de aventurarnos, de arriesgarnos, de ponernos fuera de nuestra esencia y acercarnos al límite.
Intentar cosas nuevas nos deja muchas ganancias, porque incluso si no nos gustaron esas nuevas experiencias, ese conocimiento de lo que no nos gustó se convierte en una herramienta de descarte para el futuro. Tan sencillo como "Been there, done that".

Así que de vez en cuando arriesguémonos a abrir el menú de la vida y pedir algo diferente, quizá pueda terminar gustándonos tanto que los convirtamos en "clásicos". Pero nunca, nunca, nunca nos escondamos en la comodidad... podríamos dejar de sorprendernos mis tocinetas caramelizadas y ahí, ahí sí que no hay Alka Seltzer que valga.
COLETTE

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