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viernes, 27 de junio de 2014

SIN CAFÉ NO HAY PARAÍSO

Cuando los No Colombianos piensan en este país  piensan en café.

Gracias a Dios! Porque si pensaran en nuestro pasado tortuoso con Escobar, las drogas, las prepago y las telenovelas nadie invertiría un peso ni para montar una chaza de cigarrillos y mentas en este país.

Yo no soy nacionalista ni patriótica y francamente me importa muy poco, pero ya entrados en gastos y ya que mi pasaporte es vinotinto con letras grandes que dice “República de Colombia” y que gracias a ello revisan cada cavidad de mi ser cuando intento pasar inmigración a lo largo y ancho de este mundo escribiré en honor a esa llama pequeña de encendedor barato que arde en mi alma tricolor. Escribiré para hacer mi steatement sobre lo más lindo que tiene mi país: ¡el café! (oh si con un “!”)

Tengo una buena amiga, empresaria del café, es de esas viejas súper intelectuales que con un par de datos histórico/geográfico/sociales te permite concebir la trascendencia del café, por otra parte yo no soy ella y hablaré desde lo más profundo de mi estómago de cocinera.
El café es como la sal, habrá de Maldon, rosada del Himalaya, verde, gris, la que se le echa a las crispetas, de roca, de mar, pero al final la sal es sal. Así es el café, todos absolutamente todos, unos con más frecuencia  o calidad que otros, pero todos tomamos café.

A las nuevas generaciones que salieron del canal vaginal con cuenta de Facebook, déjenme decirles que el café es la red social más grande y vieja del universo. Con la excusa del café se han tejido romances, planeado revoluciones, derrocado dictadores, firmado contratos multimillonarios y todo eso antes que tu abuela  tuviera control de esfínteres.

Nosotros hemos nacido en el país donde se cultiva el mejor café del mundo. ¿Tú sabes por qué? Podría decírtelo pero no va a afectar como te tomas tu tintico, porque para disfrutar el café  hay que abrir las papilas gustativas y la cabecita.
Así como los franceses sacan pecho con sus quesos y vinos, los colombianos deberíamos sentirnos orgullosos de nuestro café, pero cocineros orgullo acompañado de fundamentos, orgullosos con conocimientos, en las escuelas de cocina debería haber una cátedra  exclusivamente sobre café para que podamos barajar términos básicos como: chapola, aroma, cafés especiales, micro lote,  espresso (con S no con X) sin temor a meter la pata, para que no venga un extranjero a enseñarnos lo que deberíamos saber de memoria como las canciones de Diomedes.
Las escuelas hacen su parte, pero por orgullo propio así hayamos salido de la escuela de la vida, por la dignidad de la chaqueta blanca colega cocinero, te invito, te insto a que mientras te tomas el tinto matutino o vespertino indaga algo sobre lo que te reconforta dulcemente el alma y el estómago.

Yo no digo ahora que todos tomen espresso al desayuno (ya visualizo a las mamás boleadas calculando la colita de ratón en la taza).  A mí me sigue gustando el café colado con panela pero tengo claro que  nadie me va a meter los dedos en la boca en lo que respecta al café. (Podrían hacerlo en otras circunstancias erótico/sexuales)

Habrá muchas cosas maravillosas en nuestro país, pero el café ya nos identifica, es lo único en lo que somos mejores que el resto del mundo y lo conseguimos sin echar plomo, saca ventaja de ello, aprende, disfruta y promueve la  CULTURA DEL BUEN CAFÉ

Mis tocinetas caramelizadas que el CAFÉ los acompañe!

Collette

domingo, 20 de abril de 2014

Hollywood nos jodió la cocina.


Hoy es día de fútbol, lenguaje al que estoy genéticamente predispuesto a no codificar, y recordé que tenia un blog abandonado, así que decidí sacarlo del tártaro y devolverle la luz.

Hoy que ando con una malparidez existencial sobre mis hombros por un intento fallido de macarons, quiero contarles lo mucho que Hollywood nos jodió la vida y sobretodo como nos jodió la concepción del arte culinario, voy a hablarles de tres películas que desvirtuaron nuestra visión de la cocina y nos vendieron una idea bastante alejada de la realidad gastronómica.

La primera es No Reservations, una de mis favoritas, nos muestra un amor idílico que se da entre una exigente chef y su dinámico subalterno en un ambiente de sartenes y fuegos. De entrada les comento, sobretodo a las mujeres, que las cosas no son tan estéticas como se muestran, porque si pretenden estar impecablemente arregladas como Catherine Zeta Jones están muy equivocadas, van a sudar y en cantidades navegables que no es lo mismo, sus blowers y planchas se van a encrespar de una manera indiscriminada, no van a tener un maquillaje perfecto y delineado por cuestiones sanitarias y lo más importante no van a encontrar a un italiano liberal que escuche música clásica y que cante ópera de una forma magistral, lo más seguro es que se encuentren a un soledeño,  porteño (Puerto Colombia), galapeño, malambero o a cualquier cocinero oriundo de algún  municipio aledaño al área metropolitana, que muy seguramente le va a gustar el vallenato y una que otra champeta, así que no se ilusionen.

La segunda es Julie & Julia, película biográfica que nos muestra los comienzos de la gran Julia Child interpretada por Meryl Streep y los esfuerzos de Julie Powell por cocinar las 524 recetas del libro de la primera durante un año. Sí, muy bonita la intención, pero en el tercer mundo no hay bolsillo que aguante ese trajín, con estos sueldos mínimos que cada día aumentan menos, y ese transporte público tan caro es casi un lujo realizar una comida cada sábado, sobretodo si las recetas incluyen langosta, langostinos y tocineta en cantidades industriales, a menos que sean, no sé,  dueños de las Industrias Cannon o de algún banco de Colombia creo que les va a quedar un poco ajustado, así que  mejor dedíquense a cocinar uno que otro sábado o domingo para sus familias y si quiere lucirse aprovechen la navidad y el año nuevo, más de ahí imposible.

Para finalizar está Ratatouille, la película mas insalubre que existe, es que el hecho de imaginarme a una rata cocinar me produce prurito, a que clase de mente retorcida e inmoral se le ocurre poner a una rata a a manipular alimentos, lo reconozco, tiene un mensaje bonito que raya en lo cursi (típico de Disney) y la idea de una rata gourmet es hasta simpática, pero me gustaría ver sus caras cuando una rata barranquillera, de esas que les falta un cromosoma para ser chigüiros, provenientes de las alcantarillas inexistentes de la arenosa, les hale el cabello con sus garritas. Y por muy de ficción o blanca y de orejas rosadas que sea una rata la leptospirosis es la misma y si aún no les desagrada tanto la idea les dejo este vídeo para que vean como es la realidad de una rata en una cocina.

Espero no haberlos perturbado demasiado con esta dosis de realidad, es un trabajo sucio pero alguien tenia que hacerlo, sé que es el mismo sentimiento de cuando les dicen que Papá Noel o el ratón Pérez no existen, pero no pueden pretender ser como Peter Pan, hay que crecer y llamar a las cosas por su nombre.

Espero tengan una semana llena de realidad y prometo escribir mas seguido.

Lingüini.